miércoles, 24 de enero de 2018

vértigo temporal


El otro día tuve un breve momento de pánico al darme cuenta que no sabía en que año estábamos, ¿2017? ¿2018? Algo parecido me pasa cada año durante los meses siguientes a mi cumpleaños: no me acuerdo de mi edad y tengo que ir haciendo sumas o restas; con lo mal que se me ha dan las mates...
Cuando era pequeña siempre sabía cuantos años tenía y en qué año vivía, pero al ir acumulando tiempo se me desordenan las fechas y los números.
Mi horario laboral, donde los días y las horas que trabajo varían según las semanas, me obliga a vivir pegada a un calendario, y lo odio. Cuando me proponen algún plan, tengo que decir aquello tan manido de "lo tengo que consultar con mi agenda".

Estoy contando los días que faltan para mi semana de vacaciones en febrero, esa que había reservado para ir a esquiar con Id; pero resulta que ahora no sabemos si podremos ir porque Id tal vez tenga que trabajar.
Sea como sea, me irá genial una semana de vacaciones porque después de la locura de la Navidad, necesito desconectar del trabajo.


Hace semanas me autoregalé este libro para aprender tipografía, junto a unos rotuladores especiales para practicar el 'lettering', y estoy disfrutando como una niña.
Eso me recuerda un artículo que leí hace tiempo (lo enlazaría pero no lo encuentro) sobre la importancia del dibujo y el inexplicable abandono de tal práctica a medida que vamos creciendo.
Como también remarca Marina Garcés en su magnífico Fuera de clase, si nos preocupa el abandono de la lectura cuando los niños llegan a la adolescencia, ¿por qué no lo hace, el abandono del dibujo? "No sé dibujar, acostumbramos a decir sin vergüenza. ¿Nos imaginamos diciendo lo mismo en lo que respecta a la lectura o la escritura?"

Dibujar, junto con ir en bicicleta, eran una de mis actividades preferidas cuando era niña. Y poco a poco las he ido abandonando sin saber porqué. Supongo que, en algún momento, el tiempo se volvió finito y dejé de poseerlo en grandes cantidades. Ahora rasco momentos libres entre obligaciones y responsabilidades, y el poco que recolecto debo administrarlo entre una infinidad de intereses siempre crecientes.
Ese también es uno de mis grandes defectos: me interesan demasiadas cosas, soy dispersa y no puedo abarcarlo todo. Y siempre acabo en el mismo callejón sin salida: la promesa rota de aprovechar mejor el tiempo ante el regalo de unos días libres.


Hablando del paso del tiempo, el otro día me quedé en shock al enterarme de la muerte repentina e inesperada de Dolores O'Riordan. The Cranberries fue y será uno de mis grupos favoritos, además marcó una época importante de mi vida. Tuve la suerte de verlos en concierto, hace bastantes años, en su momento álgido.
Hacía mucho que no los escuchaba, y estos días, he vuelto a recuperarlos y me he dado cuenta de la cantidad de recuerdos que me despiertan y de lo difícil que es escoger una sola canción para ilustrar este post.

Descansa en paz Dolores.